Blogia
profesionalesporlaetica

LOS ESCLAVOS DEL SIGLO XXI. UN ANÁLISIS BIOÉTICO DE LA NUEVA LEY DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA (II)

LOS ESCLAVOS DEL SIGLO XXI. UN ANÁLISIS BIOÉTICO DE LA NUEVA LEY DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA (II)

 José Carlos Abellán Salort

Profesor de Bioética y Filosofía del Derecho, Universidad Francisco de Vitoria

          Entre los problemas bioéticos que plantea la nueva ley, podríamos destacar los siguientes: 

1.- El problema de los mal llamados pre-embriones: Con una terminología ajena a la de la comunidad científica, define a los embriones de menos de catorce días de vida, como preembriones, de modo que, desde la fecundación del óvulo por el espermatozoide, hasta que el nuevo ser humano anida en la pared del útero de la madre, el embrión va a ser tratado como un simple agregado de células, con el que se va a poder investigar, experimentar, clonar, se le puede congelar, etc., sin más límite que la autorización de sus padres biológicos, que hasta podrán autorizar su destrucción sin otros fines.  Habida cuenta de que, hoy día, ya no existe ninguna duda, desde el punto de vista científico, de que el ser humano, desde la fase más inicial de su vida (zigoto) es un individuo de la especie humana, un sujeto plenamente humano, su cosificación o instrumentalización, -y por supuesto, su destrucción-, es bioéticamente reprobable. Desaparecidas las limitaciones de la legislación precedente, se podrá crear embriones con fines de investigación y se podrá investigar y experimentar incluso con embriones sanos (viables), con lo que se desconoce arbitrariamente su condición de personas dignas de consideración y respeto, sin otra explicación que la voluntad de darles una “utilidad” y no quedar rezagados en la carrera de la investigación biotecnológica. 

2.- El problema de la utilización de embriones humanos para la investigación y la clonación terapeútica. La Ley se apresura a prohibir expresamente la clonación reproductiva, es decir, que la única TRHA que se excluye es la impopular generación de individuos humanos clónicos, prohibición “políticamente correcta” por el gran rechazo social que tiene esta posibilidad técnica.  Sin embargo, nada se dice de la clonación terapéutica, que, con el mismo procedimiento de transferencia nuclear genética, o utilizando embriones congelados desechados de las TRHA, busca conseguir tejidos útiles terapeúticamente en el futuro, a base de la extracción de células madre de esos embriones cultivados in vitro, en la fase de blastocisto. La expectativa – todavía no real- de curar enfermedades terribles y hasta mortales, a través de esta nueva medicina regenerativa, hace que el legislador refleje la opinión favorable a esta técnica, de la industria y del público en general, sobre todo cuando no se habla de clonación, sino de “transferencia nuclear” y no se explica que la biopsia de esas células supone la muerte de ese embrión. Aunque no prohibida, está implícitamente abierta la puerta para que otras leyes complementarias, autoricen esta forma de clonación, en la que solo una moral pragmática y emotivista puede aceptar la eticidad de que el “fin -incierto todavía, – de curar, - justifica el medio –matar embriones-, éste sí, absolutamente cierto”.  

3.- La cuestión del “bebé medicamento”:  ¿Es bioéticamente lícito producir un embrión con el objetivo de que sus células u órganos puedan salvar a un hermano enfermo? En el supuesto del bebé medicamento, estamos ante otra forma de cosificación indigna de un ser humano, alguien que, con el consentimiento informado y culposo de sus padres, es producido y seleccionado in vitro, “descartados” sus hermanos peor dotados,  para servir, en un futuro, de fuente de tejidos u órganos compatibles necesarios para otro hermano enfermo. Aun suponiendo que el bebé medicamento no padeciera psicológicamente la traumática sospecha de que no fue querido y esperado “por sí mismo” sino por su “utilidad” para la familia, y que esto no afectase al libre desarrollo de su personalidad, -por cierto, expresamente protegido por la Constitución Española-, no nos parece digno del hombre “ser generado para”..., por más que el fin aquí sea lícito, (en otros casos,  los hijos no son traidos a la existencia ni aceptados como tales sino por otras razones o motivaciones aún más claramente censurables). 

 4.- Otros problemas que solo enumeramos, son: -          Se permite que se sigan generando más embriones de los que se van a implantar, y que se sigan congelando embriones humanos;

           -          Se permite la selección eugenésica de embriones humanos, esto es, mediante la técnica del diagnóstico preimplantacional, un test genético que se practica sobre embriones muy precoces, se nos dice que vamos a evitar que el hijo padezca una enfermedad de transmisión hereditaria. En realidad el test de los embriones sirve no para curar a los que detectemos enfermos, sino para desechar estos y asegurarnos de que solo es implantado un embrión que no porta esa deficiencia genética.      

-          Se autoriza la producción de embriones humanos con fines distintos de los estrictamente reproductivos. Esto supone un cambio sustancial en la orientación de las TRHA, en su teleología, viciando aún más si cabe su dudosa legitimación.-           

-          También se elimina la obligación, (presente en la ley del 88), de demostrar que la investigación que se va a hacer con embriones humanos no pueda realizarse en modelos animales. La pregunta se plantea falazmente y está en la calle: ¿Se pueden utilizar embriones humanos, que, al fin y al cabo nadie quiere, para investigar y curar enfermedades? ¿Cómo podríamos negar a unos padres desesperados por la enfermedad mortal de su hijo, la posibilidad de recurrir a la técnica que puede salvarle? ¿Por qué nos obstinamos en “frenar” el progreso científico con planteamientos religiosos que no tiene por qué compartirse en una sociedad pluralista y plural? Las respuestas derivan de los principios y criterios antedichos: 1º) El embrión humano, también el preimplantatorio de menos de 14 días de vida, es un ser humano exactamente igual que usted y yo, solo que en una fase inicial de su desarrollo, lo que le hace igualmente indisponible y no reductible a medio para ningún fin. Ningún ser humano debe ser “utilizado”, ni siquiera en función de un fin bueno. 2º) Suponiendo que fuera verdad que puede salvarse ese hijo mayor, no es lícito, por más que sí disculpable dada su desesperación, que unos padres acepten matar a otros hijos para salvar a éste que está enfermo. Nunca sería lícito procrear, utilizar o destruir a un hermano sin su consentimiento, para ningún fin. 3º) La crítica formulada a la ley y a las prácticas que ampara, desconocedoras de un estatuto ético y jurídico adecuado a la dignidad de los embriones humanos, no procede de una inspiración católica o cristiana, por más que, efectivamente coincidamos con muchas religiones, no solo la cristiana, en la necesidad de respetar la primacía de la persona y la sacralidad de toda vida humana, independientemente de su edad, estado de salud, etc. La dignidad y el valor de la vida humana es intrínseco, no depende de las consideraciones de nadie, por lo que un progreso tecnocientífico contrario a estos valores es más bien un retroceso. Esto es de sentido común, se argumenta filosóficamente, sin necesidad de explicar que, además son hijos de Dios, etc., etc.,  En conclusión, podemos afirmar que la nueva ley es gravemente ilícita desde la perspectiva bioética, en su espíritu y en el grueso de su articulado, ya que, haciendo prevalentes consideraciones emocionales y utilitarias, promueve legalmente prácticas abiertamente injustas, que desconocen el estatuto personal y el consiguiente respeto debido a la dignidad de seres humanos inocentes e indefensos como son los embriones. Además, buscando favorecer y permitir estas prácticas contrarias a la persona humana y a su dignidad inviolable, merece el calificativo de injusta y gravemente inmoral. Asistimos a la consagración legal de una nueva forma de esclavismo, ya que de esclavitud puede calificarse la situación de los embriones humanos, personas reducidas a la condición de objeto, que pueden ser vendidos, cedidos, manipulados, troceados, y destruidos sin más, utilizados y esclavizados de un modo abyecto e indigno de una sociedad avanzada. Puede que hace treinta años, con el desconocimiento generalizados de la vida intrauterina, se pudiera dudar o contemporizar ante estas actuaciones. Ahora nuestro silencio ante esta ley nos haría cómplices del sacrificio de los “nuevos esclavos”.                    

1 comentario

Jacobo González Mateo -

ESCLAVOS DEL SIGLO XXI

Para empezar tengo que decir que algunos de los planteamientos que en este escrito se presentan son correctos tanto desde un punto de vista lógico, como natural. Pero hay ciertos puntos en los que no estoy de acuerdo ya que en mi opinión, considero que hay algunos errores de base.

Esclavo. Nuestro querido diccionario de la Real Academia Española cita: “dícese de la persona que por estar bajo el dominio de otra carece de libertad”. Aquí aparecen dos términos importantes, persona y libertad. Como hemos mencionado en sus clases, la persona se caracteriza por su dignidad humana intrínseca. Dignidad que se nos es dada por la naturaleza. En realidad es todo lo que somos, todo lo que hacemos lo mueve nuestra dignidad, al menos en mi opinión. Nuestra dignidad es el motor para poder desarrollar todas nuestras facultades o capacidades humanas como son sentir, comunicarnos, tener conciencia de nosotros mismos, y demás facultades que fueron mencionadas en su última clase. La dignidad humana por así decirlo, permite el desarrollo de estas facultades, sin ella no serían viables. Es lógico pensar que cuando en un individuo humano no aparece ninguna de las facultades, que tenemos en mente, puede que su dignidad no sea la misma que todos los individuos humanos que si desarrollamos todas las capacidades humanas. Ojo no estoy diciendo que no la tenga, sino que simple mente debe ser diferente, en mayor o menor potencia. En el caso de un embrión humano no aparecen esta serie de capacidades, pero si se le permite vivir en su entorno, supuestamente las desarrollará, por tanto se le podría atribuir esa dignidad intrínseca.

¿Pero la pregunta que deberíamos hacernos es cuando? La cuestión principal es cuando se le puede atribuir la dignidad a un individuo. Creo que la respuesta es en el momento en que esa serie de células mezcladas consigue la entidad de persona. Un cigoto en el mismo instante de ser tal, ya es una vida y eso es indudable, pero ¿lo podemos llamar persona? Creo que esto no está comprobado al 100%. No existen evidencias científicas de valor que nos puedan argumentar que el cigoto ejerza su dignidad poniendo en marcha sus facultades. Hasta hoy no se ha comprobado que un cigoto piense, ni sienta, ni tenga conciencia de si. Creo que debo ser honesto y decir, que tampoco existen estudios validados que demuestren lo contrario. Por lo tanto con respecto a la manipulación de embriones hay que ser muy prudente. Y lo justo sería no realizar técnicas que pudieran, y digo pudieran porque de momento no se puede saber , atentar contra la dignidad humana. Creo que este tipo de investigaciones con vidas humanas, eso si que está bien comprobado, deberían posponerse hasta que no se pruebe científicamente(si es que se puede), que un cigoto no es aun una persona. De modo que por el momento, veo ilícito todo tipo de manipulación de embriones a menos que sea para permitir a unos padres estériles traer una nueva vida al mundo, que posteriormente comentaré. También querría destacar que otra de las razones por las que no se puede tachar de esclavos a estos embriones, es porque no se viola su libertad, porque en ese instante es posible que no la tengan. Como hemos dicho antes, dignidad no sabemos si la tienen, pero libertad es muy difícil que la tengan. Si no somos capaces de probar si son personas, ya que nadie me convence con sus argumentos ni aparecen estudios concluyentes, como vamos a plantearnos si tienen libertad y si pueden ejercerla. Es cierto que cuando dormimos tampoco podemos ejercer nuestra libertad, pero son interrupciones reversibles en nuestra libertad, además momentáneas en cualquier caso ya que te puedes despertar de un momento a otro repentinamente. Creo que son cosas aun demasiado avanzadas para intentar probar en la época en que vivimos.

Las técnicas de fecundación asistida en si no son naturales, eso es claro. Son técnicas artificiales que permiten tener un hijo a unos padres que no pueden hacerlo de manera natural. Creo que querer traer un hijo al mundo es lo más grande que se puede hacer en esta vida, y el acto en si es moralmente bueno. También es cierto que al futuro niño no se le pregunta si quiere venir a la vida, pero creo que es algo que no se nos pregunta a ninguno. Creo que el acto en si no es moralmente malo. Ahora en mi opinión hay otra opción moralmente superior que desde luego sería la correcta a la hora de tener un hijo en estos casos. Yo antes que una reproducción asistida, prefiero una adopción. Creo que en el mundo ya hay suficientes vidas, y que la mayoría de ellas no estás en muy buenas condiciones de vida. Hay ya demasiados niños que no merecen la vida que llevan. Por tanto esta opción es la mejor porque sumas dos factores moralmente buenos, querer tener un hijo y la caridad de querer dar una vida mejor a una persona que no la tiene.

El tema de la congelación de embriones, creo que es claro. Si los embriones no van a ser implantados y la familia no va a querer tener más hijos, van a tener una muerte natural o artificial. Pueden ser de manera natural si permanecen una determinada fracción de tiempo en ese estado, o de manera artificial si se les descongela para investigar la clonación terapéutica, u otras técnicas que precisan del asesinato de esa vida. Por tanto no es lícito congelar embriones si no es para implantarlos en el útero de la madre.

Por supuesto, tampoco es lícito violar los derechos de los niños. Por ello todo niño debe conocer la identidad de su padre biológico, ya que todos tenemos derecho a saber de donde venimos. Creo que los derechos son iguales para todo el mundo. Como tampoco es moralmente bueno traer a un niño al mundo que no va a tener padre, aunque lleve sus genes por haberse congelado espermatozoides del padre para su futura implantación en el óvulo de la madre.

Un ser humano creado artificialmente es engendrado sin dignidad intrínseca, eso es fácil de entender. Pero yo creo que éste adquiere por si solo una dignidad cuando se genera esa persona que llega a ser en algún momento. Es cierto que no podemos calificar a esa dignidad como intrínseca, pero tampoco podemos afirmar que no la tenga porque esa vida llega a constituir una persona y a desarrollar sus facultades. En resumidas cuentas yo creo que la dignidad intrínseca se basa en un factores: ser engendrado naturalmente. Pero de no ser así, si una vida humana llega a conseguir el rango de persona; con lo que conlleva ser una persona normal con sus facultades vitales, las cuales pueden faltar algunas pero no todas; llega a adquirir una dignidad, que es exactamente igual que la intrínseca aunque no se pueda definir como tal.

Finalmente, quiero comentar que para explicar la teoría de la naturaleza y la dignidad hay un punto oscuro que es difícil darle una salida comprensiva. La naturaleza crea al hombre con su dignidad intrínseca. Creo que hay una relación directa entre tener dignidad o ser digno y vivir dignamente. Y hay ocasiones en la vida, que las circunstancias pueden hacernos no vivir dignamente. Vivir con unas condiciones de vida, infrahumanas e indignas. Estando en esta situación, ¿podemos decir que tenemos dignidad? Pues algo me induce a pensar que sí, pero puede ser simplemente el ansia de una vaga ilusión, ya que dotar a un ser humano de indigno es indeseable por cualquier persona. No sabría justificar porqué pero es algo que siento dentro de mí. Pero si lo miro desde un punto de vista lógico, encuentro una gran incongruencia, un absurdo. Y sinceramente pienso que es algo muy difícil de encajar, y hay que ser muy fuerte para hacerlo. Yo no soy tan fuerte como para aceptar este planteamiento y prefiero taparme los ojos y pensar que todos efectivamente en unas condiciones como estas; sí, tenemos dignidad.

Yo particularmente estoy a favor de la ética personalista, pero haciendo honor a su etiología, persona. Todo lo que no sea una persona creo que no tiene dignidad o al menos la perdió.

Y ahora si quiero concluir con una frase que me ha echo reflexionar bastante durante dos días y que mencionó en una de sus clases. Quería agradecérselo porque es cierto que es un principio general que todos deberíamos seguir y que rehuimos tirando la toalla en ocasiones: “no se muere dignamente, se vive dignamente” Es cierto que a veces House dice cosas grandiosas.































Jacobo González Mateo 3º FISIOTERAPIA