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QUE VIENE LA LOE

QUE VIENE LA LOE Ya tenemos nueva ley de educación, la LOE. El Gobierno de nuestra nación ha aprobado una nueva ley de educación sin el consenso de todos los agentes educativos: padres y madres, sindicatos, profesores, partidos políticos, centros de enseñanza… ¿Habrá sido éste el motivo de la sustitución de la ministra Sansegundo? Parece curioso que al día siguiente de la aprobación de la ley se haya cambiado a la persona que, supuestamente, la ha sacado adelante.

¿Qué intenciones tiene el Gobierno respecto a la educación? No hace falta ser muy espabilado para adivinar que, sobre todo, prevalece una clara intención de transmitir e inculcar sus valores a nuestra población. Ese objetivo se llevará a cabo a través de la nueva asignatura, “Educación para la Ciudadanía”. Ya dijo Gregorio Peces-Barba, el valedor de la ministra Sansegundo, que la reforma educativa del PSOE merecía la pena aunque solo fuera por esta nueva materia adoctrinadora. Advertimos, por tanto, la pretensión gubernamental de uniformar la educación en valores, de manera que las personas acaben pensando como diga el gobierno de turno. Por tanto, los padres verán vulnerado su derecho constitucional de educar a sus hijos según sus propias convicciones. 
 

Con la nueva ley, el Gobierno pretende hacer desaparecer la pluralidad en la oferta educativa. Si la demanda de muchos padres es para una escuela en concreto, ¿por qué se ha de privar a esos padres de su derecho a elegir y se les obliga a llevar a sus hijos a otra escuela? Lógicamente, con la intención de que los alumnos acudan (como sea, que diría ZP) a la escuela pública. La libertad de elección de centro constituye un derecho reconocido en la Constitución; si una familia es privada de  esa potestad podríamos pensar que estamos en un estado totalitario. No nos gustaría pensar que esto sea posible en la España del siglo XXI.

En definitiva, la LOE hará un flaco favor a todos los ciudadanos, especialmente a los educandos y a sus padres. Pero, además, la nueva norma ignora la realidad más cruda: que la calidad de la educación en España es cada vez peor, que crece el fracaso escolar y los jóvenes acceden a la Universidad o al mundo laboral cada vez peor preparados y, sobre todo, carentes de hábitos imprescindibles para la vida adulta como el esfuerzo y la constancia. 
 

Esta realidad afectará, tarde o temprano, a la sociedad entera, a la competitividad empresarial y profesional y a la economía española. Es necesario, como mínimo, seguir exigiendo al Gobierno que piense en los ciudadanos y no sólo en sus intereses; que respete la riquísima pluralidad educativa existente en España. Así, de esta manera, todas las familias podremos escoger el centro que mejor se adapte a nuestro proyecto educativo y exigir que el derecho a formar a los hijos de acuerdo con nuestras convicciones morales.  

Ramón Novella

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